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martes, 23 de agosto de 2011

LA OBRA DE ARMANDO REVERON

Napoleón Pisani Pardi

    Reverón fue un precursor del Pot-Art y del Arte Povera, mucho antes de que hicieran su aparición estos movimientos de vanguardia en otros países.











    Entre 1918 y 1923, Reverón  lleva a cabo una obra en la que predominan los tonos azules, La Cueva, pintada en Caracas, es la obra más característica de aquel período. La Trinitaria, Figura bajo un Uvero, Procesión de la Virgen en El Valle y Fiesta en Caraballeda, son otros trabajos que pertenecen al Período Azul, y en las que se pueden apreciar ciertas influencias de los pintores Samys Mützner, Emilio Boggio y Nicolás Ferdinandov. 
    Este Período Azul llegó a su fin, cuando la luz del litoral central modifica su visión del paisaje, y empieza a realizar la obra más significativa y personal de la plástica nacional, la que se conoce como su Período Blanco, donde él descubre que la fuerza de nuestra luz tropical disuelve las formas del paisaje en una atmósfera desprovista de las potencias estéticas del color.

La Enramada.

Uveros.


 








La Cueva.

Los Baños de Macuto.


   








    Reverón llegó a esa conclusión, única y universal, allá en Macuto, dentro de su Castillete cercano a Las Quince Letras, donde realizó un trabajo que se manifestaba al ritmo de sus necesidades anímicas, y que algunas veces lo inducían a ser impresionista, expresionista, gestual, y a reivindicar al objeto de uso utilitario, en el acto maravilloso de convertirlo en pieza de arte, como más tarde lo hicieron algunos artistas estadounidenses. Así que Reverón fue un precursor del Pot-Art, porque esos objetos, que ocupaban un espacio esencial en aquella instalación que crecía, que era viva, donde existía una gran unidad en esa extraordinaria arquitectura de piedra, son verdaderas obras de arte, tan valiosas como sus dibujos y sus pinturas, y no simples objetos que adornaban la casa-taller del artista. Esas piezas son una opción estética, son trascendentes y extremadamente hermosas y necesarias dentro de aquel lugar que era una inagotable fuente de inspiración y sabiduría.
    Y esa fuente de inspiración y sabiduría lo llevó a ser precursor, también, del Arte Povera, pues utilizó en sus creaciones una serie de elementos encontrados en los desechos de la naturaleza, y hasta en la basura, “donde sale también la luz” como se lo dijo al periodista Oscar Yanes, pocos meses antes de morir.
    Al final del año 37 comienza a suceder un cambio en su pintura, se inicia el Período Sepia. Las telas de esa época, que eran usadas para ensacar café, eran las que Reverón prefería utilizar para crear. Muchas veces esas telas no fueron cubiertas totalmente con la mezcla que usualmente se le aplica a ese tipo de soportes para hacerlas aptas para pintar. Debido a esa “imperfecta” preparación, aparecían espacios ocres en aquellas telas de coleto, que Reverón usaba como un color más en las elaboraciones de esa época, como en La Maja Criolla, Gran Desnudo Acostado, La Dama de la Mantilla y El Playón.  

Desnudo Acostado.
Autorretrato.












    El papel de envolver, o papel de estraza, también fue empleado por el artista durante el Período Sepia. Ese soporte, muy fácil de obtener, lo trabajó con las técnicas del temple y el gouache, sin importarle la fragilidad, lo perecedero de ese material elegido para hacer los espléndidos retratos de Juanita, de sus vecinas, de sus muñecas, como también para trabajar el paisaje de la costa y de los galpones del puerto de La Guaira, donde, en una de aquellas elaboraciones, hay un tren que se diluye en una monocromía de ocres, de óxidos, de tierra tostada por el fuego del sol tropical.

Paisaje con Locomotora.

    La obra total de Reverón se caracteriza por una coherencia sólida, y suficientemente  diáfana para hacernos entender que en sus dibujos, en sus pinturas, y en sus objetos, que son una opción estética, existe un orden riguroso, sobrio y magnífico, y que demuestran que el artista fue siempre lúcido y seguro al momento de llevar a cabo su obra de gran valor artístico, de gran valor universal.